jueves, 29 de agosto de 2013
22
Pasando los dos últimos años en busca de ese libro, me propuse escribir la tesis que soñé antes de entrar a clases universitarias. La consulta con el subconsciente me llevo a determinar que era lo correcto. La investigación parece ser el camino en cuanto se refiere a la carrera que he elegido. Escribí poco, lamentablemente, logre avanzar algo de este trabajo, pero por cuestiones extras y remediables la atención se desvió y, como todo, siempre es así, termine aplazando su culminación . La culpa es mía, por esperar hasta casi ya terminar la carrera para acabarla de una vez. Antonino, amigo sanmarquino de tertulias y peleas literarias, espero que leas estas lineas allá por Madrid donde te encuentras, disfrutando esa beca que me placería tener, pero que solo deseare, más la fortuna y el dinero me lo impiden. Estas fechas son un poco espesas y tristes por múltiples eventos que no valen la pena contar, la denuncia que espero se archive sigue su curso, y la confianza fue a un más mellada, e incluso, acúseme esta de ser yo el causante de esa osadía, ¡Válgame Dios!.
Onetti ha sido la pesadilla que atormenta mi cerebro a diario desde que leí El pozo, y la puerta sonaba en medio de la oscuridad, y yo, clamando, déjenme tranquilo. No culpo a nadie ni nada, la culpa es mía por correr y no ver la fruta inmadura que pise, recogí, cayo, y volví a levantar varias veces, y peor aún cuando esta reclama el suelo, pues le gusta el terreno llano. Llego a esta edad muy ilusionado por los años que vendrán, esperando terminar la tesis y la posterior aceptación de la UAB, pues me place decir que tengo ya aprobación, y la sola idea de seguir estudios allí es un motivo para sonreír.
lunes, 5 de septiembre de 2011
20
lunes, 4 de abril de 2011
Adiós , Coca-cola.
El lunes, a medianoche, un ruido que había empezado en la tarde no me dejaba tranquilo. Era mi estomago. Me había tomado una coca-cola de dos litros yo solo después del almuerzo. El día anterior quise salir a la calle, no sé, caminar, ir al parque aquel, tranquilo, donde tuve grandes momentos de soledad, y donde alguna vez me desvalijaron. Ese día también tome un par de litros de coca-cola. No me cayeron mal, en cambio, quería mas. Compre esta vez un gatorade que me calmara la sed, pero a cabo de diez minutos el estomago hizo su trabajo: un fuerte cólico me sobrevino, y lo único que hice fue parar un taxi e irme a casa. Cuando llegue a pedir ayuda no había nadie, habían salido a no sé dónde y no sabía a quién acudir, decidí entonces hacer lo que he hecho en la mayoría de estos casos: tomar un par de pastillas para dormir y ya, esperar lo que venga. Esa noche dormí hasta bien entrada la mañana del lunes, y almorcé sin problemas, me sentía como nuevo, decidí entonces salir a la calle, no sin antes dejar dicho en casa que volvería tarde. Regrese de inmediato a casa por el ruido en el estomago que comente al comienzo. No le tome importancia, sabía que algo pasaría y pronto pero no calcule que fuese ese mismo día.
En casa no había nadie, y en un arrebato de cordura salí lo mas rápido a un hospital. Al llegar me dijeron que lo mío no era importante y que iría a consulta, y no a emergencia. Refute, dije hasta la saciedad que me sentía mal pero nadie me hizo el mas mínimo caso. Indignado salí del hospital, compre en la primera farmacia que encontré mi dosis y regrese a casa a esta vez sí esperar lo peor. No me quería morir, al menos no así, en esa forma. Al día siguiente contacte a un tío lejano que trabajaba en un hospital general, y logre sacar cita para el mismo día, es decir, el miércoles a las diez de la mañana. La doctora tenía un nombre raro. Ayumi Kato. Al escuchar el nombre me reí. Mi tío callo mi risa con un severo es la mejor en su campo. Le creí.
No tenía mucho tiempo, me cambie como pude y salí a ver a Kato. En todo el camino me iba riendo del nombre: kato, kato.
Al llegar mi tío no estaba, temí perder la cita pero una enfermera amable me ayudo, y al cabo de una hora de interminable espera mi turno había llegado. Kato me esperaba. Minutos antes mientras esperaba, la gente que salía, en su mayoría señoras y muchachas, comentaba lo buena que era, dude un momento entonces y entre sin más que una esperanza que ayuda. La vi, sentada en su escritorio, y le calcule veinticinco años. Delgada, lentes, y una sonrisa encantadora. Mis bromeas se esfumaron y le comente mi caso.
- Y no sabes que hace daño en exceso.
- Lo sé.
- Entonces por qué lo haces
- Me gusta, punto.
- Te puedes morir
- Me haría un gran favor.
- Por que hablas así
- Bah, cosas mías.
- Pues que pena, si entraste aquí es por que quieres curarte, estar bien.
- Nunca he estado bien en mi vida, sería una experiencia nueva.
- Ahora lo vas a estar.
- Lo dudo, la verdad.
- Confía, te repondrás.
- Que me queda, ya estoy acá.
Estuve una hora. Me gusto mucho la pasión con la que resolvía mi caso, su entrega hacia su vocación, y la facilidad con la que me decía que cosa y que tomar. Con esto estarás bien, me dijo, y me dio unos frascos con medicinas. Le dije que mi hígado no resistiría tanta pastilla, me advirtió entonces que no había problema, que las tomase.
Salí algo tranquilo y me dijo, antes de irme, no mas coca-cola, entendiste.
Hace algunos meses me vi, de casualidad, con ella en la calle y me pregunto cómo iba. Acepte que no me iba mal, pero que tenía problemas. Pensó un momento, me miro fijo y me pregunto no me has hecho caso verdad.
La mire fijamente, y le dije: no.
sábado, 5 de febrero de 2011
Cartas
viernes, 3 de septiembre de 2010
19
viernes, 9 de julio de 2010
No tengo ganas..
lunes, 31 de agosto de 2009
18
Estoy a punto de cumplir dieciocho años y no me siento para nada entusiasmado. Estoy a punto de cumplir dieciocho y no me siento para nada contento, feliz, deseoso de cumplirlos. No. Me siento en cambio cansado, irritado, mal, fatalmente mal. No veo la hora de que, pasado el día, se vaya de mi mente el fantasma del tiempo que, cada año, nosotros los pobres humanos nos encargamos de recordarnos cada vez con cumpleaños, navidades, fechas y otras estupideces.
Esto escribí hace poco, una noche como muchas en las que, sentado en el suelo, con un cuaderno en medio de la noche, no podía dormir: Los días que estoy viviendo son los presagios de algo que pasara algún día no muy lejano. No puedo dormir de noche, la comida -eso viene de hace tiempo- no me apetece, como por que lo tengo que hacer. Las noches se vuelven interminables, largas, se hacen infinitas desde el viernes, pues sentí que jamás volvería a sentir ese olor. Lo peor es que el aroma que había quedado impregnado en mi polo desapareció, tal ves por que lo gaste, se fue, se esfumo, y hoy lo siento mas lejano que nunca, mas distante como siento distante la felicidad que nunca llegue a conocer.
Nunca me pareció bien celebrar un cumpleaños, nunca vi necesario celebrarlo por que, si te pones a pensar, cumplir años es lo peor que hay, es lo mas feo que te puede pasar. Uno, por que te vas poniendo viejo, te vas quedando relegado, te vas quedando atrás, en la cola de espera, ya tus habilidades, si es que alguna ves las tuviste, son precarias, tu mente ya no piensa igual, tus sentidos a veces, solo a veces, te fallan, te traicionan y no son los mismos.
Ahora, ad portas de cumplir años, creo necesario que al menos se cumpla un anhelo que creo merezco: que me dejen en paz. Si, suena feo pero lo veo sustancial. Lo que para la mayoría de personas es una fecha de regocijo, de alegría, para mi no la es, para mi en cambio es la peor, no se por que pero es así, no tengo explicación del por que de mi comportamiento por que ni para mi la tengo, solo veo necesaria esa petición.
El sillón en el que estoy sentado es cómodo, no me puedo quejar, pero hay algo que me deja intranquilo, algo que no me deja en paz. Hay sonidos en la sala, en la casa donde vivo solo suenan y suenan cosas cuando, cansado y abatido, apago las luces e intento dormir. No se lo he contado a nadie pero me tiene preocupado eso, no me atrevo a salir, es que no soy superhéroe, a ahuyentar a los espíritus, fantasmas o que se yo. Pero a que viene esto, esta revelación de sonidos si no estoy hablando de eso, estoy hablando de la maldita fecha del cumpleaños, bueno es por que, a decir verdad, esos sonidos no existen, los invente ahora mismo. ¿Por qué? Bueno por que estoy pensando en que pondré mas adelante, no se me ocurre nada. Una desgracia.
He caído en cuenta que estamos mal. Estamos avanzando pero al revés, en ves de ir hacia adelante estamos, sin remedio, retrocediendo. Lo digo por que es simple, si cuando uno cumple años esta feliz esta mal, no debería uno alegrarse por que en cierta medida o de forma total un año mas es un año menos. Un año menos de vida que la pasaste, de seguro, haciendo cualquier cosa menos preocuparte por ti mismo.
Nunca antes me había resultado difícil, y lo digo en serio, tratar de descifrar a alguien, ver que piensa y matarlo con mis sentencias, dejando siempre un gesto de impresión en su rostro. Esta vez fue diferente. Al comienzo pensé que era estúpida, era a simple vista alguien que no merecía atención, pero hizo lo posible para llamarla, digo que era inteligente, subestime su perspicacia y lo hizo, me resulto impresionante, la vi y comprendí que al fin, y ya era hora, alguien me podría hacer trabajar, pensar un rato en ella.
Escribí esas líneas de arriba hace poco, en un intento vano de escribir sobre una relación amical, así empezó creo, que ahora es una seria. No logre encajar realmente las piezas y por consecuencia esta mal hecho. Lo que si es verdad es que he vuelto a sonreír, he vuelto a verle el interés, antes nulo, a esta vida. A despertarme tranquilo y no sudando frio a como tenia acostumbrada, a salir de mi habitual estado de estupefacción y al fin resignarme a ver el mundo que nos rodea, salí de mi burbuja. El pozo, mi adoraba y eterna burbuja.
Hace exactamente un año termine la razón por al que seguía vivo. Hace un año que por fin puedo dormir más o menos bien. Hace un año que, contra todos mis defectos, termine mi broma infinita, mi historia real de la infamia, mi razón del por que no salía, la razón del por que no comía ni dormía bien, la razón por la que, desde que la empecé, no volví ni volveré a ser el mismo.
Cuando la conocí no pensé que me dejaría tan atontada. Lo que por mi mente paso en ese momento cuando la vi entrar al salón no se puede explicar con palabras, se parece mas bien a un escalofríos, a un estremecimiento profundo parecido al que se siente cuando ves a tu padre muerto, como cuando por fin después de horas te vienen a recoger pero tarde. Esa sensación la sentí cuando se sentó a mi lado. Aun más cuando sin decir nada antes me habló, me alcanzo unos papeles y me miro con tranquilidad, como si de antes nos conociéramos, como si hubiésemos vivido antes juntas.
Cuando terminaron las clases me fui sola al comedor, siempre sola por que las demás se alejan de mi, no se quieren juntar con la loca, dicen. Me levante rápido al ver que se acercaba, camine un poco rápido pero ella no perdía el paso, me seguía tal o igual pero siempre manteniendo una distancia prudente para no despertar sospechas. Yo, aferrada a mis cuadernos, abrazándolos en mi pecho, con la cabeza gacha salí rápido del campus, tome la larga vereda que da a al estacionamiento y al desesperarme no lograba abrir la puerta. No la veía cerca, puse los cuadernos en el asiento de al lado, me abroche el cinturón, prendí el carro y salí rauda, sin darme cuenta, a la puerta principal. Cuando llegue el portero me dijo que me estaban esperando al frente, lo mire y le dije que no esperaba a nadie. Esta segura, me dijo, señalándola. No se quien es, le dije, me voy. Cuando entraba en la pista y estaba a punto de arrancar me detuvo una sombra que se cruzo sin avisar, saque la mano por la venta y grite no se que cosa, logre mirarle la cara y al ver que era ella puse primera y no volví más. Mi suerte estaba echada. (Pág. 86-87)
¿Habrá un diecinueve? No lo se, creo que si, que contra todo pronóstico me quedare unos años más, ojala que sean plenos y no sean como temo: con caídas que son tan hondas que no podre salir de ellas.
…me dedique, en los últimos días que pasaría en lima, a escuchar música, a irme de calle en calle sin saber donde estaba, a caminar con la frente gacha por el centro, a ver a los carros desfilar por la Javier prado, en ese momento no me hubiese importado matarme, lo hubiese hecho de no ser por que empecé a sentir la necesidad de escribir largamente en un parque, solo, con un cuaderno viejo, un lápiz sin punta fina y sin luz que me ilumine.
viernes, 29 de mayo de 2009
El Mensje (final)
Jueves 3 de febrero del 2009
El sol por estos días nos hace sentir su innegable fuerza, hace un calor tremendo, a veces insoportable, tanto que viajo en bivirí y no temo a las miradas insistentes de los demás pasajeros. Me resbala lo que piensen.
El bus, que se supone es el que va mas rápido va casi vacio, así es que puedo, para mi bien, viajar a mis anchas, solo delante mío, en los primeros asientos va alguna gente, atrás donde voy yo esta vacio, calculo de los cincuenta y cuatro asientos que hay estarán llenos solo veinte. El bus se demora en salir y me pongo impaciente, tengo entre mis manos un libro que he leído varias veces pero que al releer es como si fuera la primera vez, es “el pozo” de Juan Carlos Onetti, y trato vanamente de leerlo, cuando de pronto se prenden los motores. Arranca y veo desfilar las fachadas de esta cuidad a la que no me siento ligado para nada, además si pudiera me iría a otro lado a vivir, pero eso me es imposible. De pronto siento un brusco frenazo, veo insistentemente por la ventana y comprendo que poco antes de salir de la cuidad un carro ha interceptado el bus, es un taxi y de ahí baja dos extranjeras, hablando en pésimo español, le explican al cobrador (¿así se llama?) que este era su bus y que al darse cuenta que lo perdían no tuvieron mejor idea que salir a su encuentro.
Las dos “gringas” son bellísimas, y por ende reniego por no estar con alguna, caminan apoyándose en los asientos, miran alrededor y como había cualquier cantidad de asientos, no ven mejor elección que sentarse, juntas, al medio. Yo, que sigo mi lectura normal veo a estas dos bellezas voltear insistentemente al fondo del bus, me ven y voltean, por suerte estoy con lentes y puedo ver todos sus movimientos, ellas no lo notan, piensan que estoy atento a mi lectura, pero lo único que hago es ver, aunque sea por unos segundos, sus rostros y sus rubias cabelleras.
Ellas, que creen que todos los peruanos somos ignorantes y paupérrimos, hablan en su fluido ingles y ríen de rato en rato, yo rio también por que se perfectamente lo que dicen, ellas que empezaron a notar mi risa se impacientaron y no volvieron a voltear. Tienen, según mis cálculos, entre veinte y diecinueve años y comparten una enorme botella de agua, yo que tengo una enorme botella pero de Coca-Cola. Están viendo algo y escuchando música, de pronto una de ellas, la que se sienta del lado del pasillo, se para y camina los treo cuarto metro que nos separan y se sienta a mi lado arbitrariamente, me habla en un español malísimo y trata de ser atenta, yo que de seguro puse cara de idiota la interrumpo y le digo “in english please”. Se calla y me mira como si fuera yo un espécimen raro de la humanidad, cree que un peruano no puede hablar ingles, es bellísima y se le perdona todo. No dijo nada mas, se paro y le conto a su amiga lo sucedido, la otra, que es mas o menos de mi edad viene y las dos sonriéndome coquetamente me empiezan a interrogar, yo muy amable trato de disimular mi mirada que esta clavado en su cuerpo y contesto con frases y monosílabos, ellas que están encantadas con migo (al menos eso creo) terminan por darme su teléfono, sus correos, sus direcciones de sus casas en california y se van a sus asientos con sueño.
El resto del viaje, faltan dos horas, lo he pasado durmiendo, las dos chicas están también dormidas, solo paso algo raro, la menor que se llama stacy me despertó y me digo que si se podía sentar con migo, lo dijo en vos baja como si fuera un secreto, se sentó a mi lado, se acurruco a mi lado y en un arranque de osadía me beso, después se hecho a llorar, lo hacia por estar lejos de su país, era una chica totalmente diferente a l prototipo de norteamericana al que yo me había hecho, era muy sensible y además inteligente. No me di cuenta cuando se fue de mi lado, solo recuerdo cuando el cobrador me despertó ya habíamos llegado a lima y yo estaba en sueño profundo, vi los asientos donde ellas estaban, estaban vacios, pregunte por ellas y el cobrador no supo darme razón, “creo que lo soñó señor”, me dijo.
Salí en shock, fui a casa y no pude ocultar mi consternación, deje mis cosas en el suelo, camine al mueble y me eche a poder recordar algo, fue en vano. Me quede dormido, hasta que me despertó una llamada, era cinthia y me decía que estaba en su casa, estaba sola y que si podía vaya a verla por que no estaba muy bien, su enamorado estaba en la universidad y que hoy no lo vera, le prometí ir pero en unas horas, le dije que estaba cansado y que mas tarde si falta iría a verla.
Dormí un par de horas, tenia como dos llamadas perdidas en el celular, me cambie solo de pantalón y salí a su casa, camine lento y en dirección correcta, ya el sol se ocultaba y la noche hacia su presencia, compre unos cigarrillos, el vendedor me vio y me saludo, lo conozco desde que tengo un año, me desea suerte en mi visita, le compro una gaseosa demás y camino lo mas rápido, paso por el “hipódromo “ donde ven las carreras, gente tomando y yo riendo al verlos perder su dinero, cruzo la pista y toco el timbre pero nadie abre, esta oscuro y decido llamar a cinthia cuando de pronto la puerta se abre lentamente, cierro el celular y la veo, esta reluciente , me abraza, se queda así un rato cerca y después quitándome la gaseosa me señala el sofá, ella que esta en pijama me advierte que regresara en un rato, la espero y mientras tanto trato de recordar exactamente qué demonios paso en el bus.
Con la cabeza recostada en el sofá, intentaba ahuyentar mis ideas y traer a mi mente el hecho explicito y el tiempo exacto de mi viaje, de pronto sonó su puerta, me incorpore y vi en el umbral a una señora muy alta, me miro y trato de recordarme diciendo nombres, yo negaba con la cabeza y me presente, asintió con la cabeza, me ofreció algo de tomar y se disculpo, subió al segundo piso y después de unas palabras y cuchicheos vi bajar a cinthia, sonreí y se sentó a mi costado. Lo que paso a continuación fue su declaración de la verdad, se sincero con migo y me dijo algo que, la verdad, no se si era para llorar o para reír.
Me confeso que su enamorado se había ido de viaje hace unos días a Argentina, que le salió una oportunidad de trabajo irrechazable y que terminaron en los peores términos, hasta ese momento me alegre, prosiguió diciendo que al doctor que había ido por culpa de su ex le había ayudado a salir de la depresión. “Ahora me siento mejor, sabes, en este momento se ha ordenado todo, disculpa por llamarte y traerte a la fuerza, pero necesitaba conversar y que estés a mi lado”.
La abrase y me alegre mucho por ella, se lo hice saber y al abrazarme sintió unos papeles en el bolsillo de mi casaca, me miro extrañada, me pregunto que era y yo que estaba mas sorprendido que ella deje que abriera el cierre y develara el secreto. Abrió, saco unos papeles y un billete de cien dólares, me miro y entre una cara de extrañeza y alegría me interrogo. En uno de los papeles estaban direcciones y teléfonos americanos, y una hoja donde decía algo bello” Miss you” en tinta negra sobre una hoja blanca y lo que es peor, unos labios puestos perfectamente sobre el papel. Mi cara era lapidaria, ella que se paro y con furia me pregunto una y otra vez quien era la chica que me dejaba estos mensajes en ingles y lo que es mas extraño, tanto dinero. Pude responder todo, le conté todo mi viaje en el bus y mi encuentro con esas turistas, todo menos lo que paso entre stacy y yo, creyó y parándose rápido, viendo bien el billete me dijo: ¡“Esto hay que celebrarlo”! Asentí con la cabeza, salimos a caminar, cambie el billete y compramos un par de entradas para el teatro.
N o se como terminara esto, la verdad, solo se que ahora en medio del bosque en una zona alejada de lima, cinhtia y yo disfrutamos del regalo de stacy, ella me ha ubicado por los medios electrónicos, le agradecí su apoyo y promete volver al Perú , pero esta ves , dice, es para quedarse.
La maquina del tiempo - MAR DE COPAS